Me pasa, bueno, creo que a todos le pasa: después de unas copas, de amigos, de familia, de gente, gritos y canciones desafinadas, al otro día, cuando lo que queda son algunos olores rancios en la cocina y una que otra botella testigo, te ataca la melancolía. O no sé si melancolía sea la palabra… a lo que voy es que, fuera de todo el hachazo o la resaca del after day, fuera de todo recuerdo loco, hay un sentimiento extraño de cuando exprimiste la alegría a ese nivel. Es como eso de “después de la tormenta, viene la calma”, pero aplicado a la juerga, las risas y los tragos de más.
No, tal vez sea yo el que me pase rollos de más. Debe de ser por que es domingo.
¿Has cachado cuando te paseas sin saber para donde caminar? Caminas por caminar, por que no te hace mal, por que te sientes libre, por que nadie te conoce, por que estás protegido, sin limites. ¿te ha pasado? Y cuando llegas a tu propia casa, cuando te detienes a pensar en los putos caminos que recorriste ¿te sientes esclavo de algo apenas perceptible? Eso me pasa. Eso me pasa y quisiera apagarme un rato. Ponerme en pausa, fumarme un pito, tomarme un copete bien hard o alguna wea que me relaje.me Digo, no te equivoques: soy un weón alegre, más optimista que la chucha ( sí, soy yo...). Trato de reírme con todo y no webiar a nadie en mala onda. Es sólo que a veces colapso un poco. A veces caigo rendido. Pero me levanto... Y lucho por lo que debo. Y abro más los ojos. para mirar mejor...
Y soñé que era del porte de una puta hormiga. Y soñé que la maleza del patio era un impedimento gigantesco para avanzar. Y soñé que me hacia amigo de un chanchito de tierra. Y soñé que pateábamos el trasero de una araña de rincón y, luego, nos íbamos de juerga con los caracoles. Para celebrar, claro. - Las chinitas son unas putas - me dijo el chanchito cuando estaba borracho. Yo no le creí hasta que, una de ellas, se desprendió de su caparazón para hacer la danza del vientre al frente de todos. Ahí desperté. Eran las 10:40 am . Hora de levantarse. Entonces sentí que algo me caminaba por el brazo. Era una hormiga. La aplasté con el dedo sin compasión. Que se metan con uno de su tamaño, pensé. Y me metí a la ducha.
La pregunta del millón. El porqué de las cosas. La puta desconfianza. La decepción. ¿Se han fijado en cuando las certezas se vuelven preguntas y pierdes toda la credibilidad por lo mismo? Es como un mar de interrogantes en el que se ahoga la respuesta. Y uno, por más que patalee, pierde la posibilidad de salvarla. No por que mientas; no por que inventes. Simplemente por que se esfuma. Se te va en medio de las disculpas o las aclaraciones y te deja marcando ocupado. La pregunta del millón: ¿soy un buen o mal tipo?; ¿soy uno más del montón? ¿o sólo un ser extraño exigiendo una vida "normal"?. La necesidad de adaptarme me ha acompañado desde que tengo uso de razón. Todos, en cierta medida, me claman una metamorfosis para encajar en sus vidas. Y yo, como soy weón, lo hago sin que me lo pidan. Y me canso y quiero mandar todo al carajo y me cuestiono y, como antes dije, se pierden mis certezas. Mis certezas... Varias son las formas que elijo para vivir. Varias son las cosas que he hecho mal. Varias sacadas de cresta, en el cemento, ya son colecciones pegadas en mi pared. Trofeos. Varios desvíos a la decadencia. Pero, vamos, soy así. A esta edad ya no se cambia, a esta edad se aprende. Que no sere un pololo ideal, No soy amigo ideal, ni compañero ideal, ni hijo ideal. Las criticas te carcomen la piel cuando son constantes. El sueño se te esfuma. Y si no soy un buen tipo y si no creen en mis mejorías y si, en definitiva, no creen en mí, no obligo a nadie a que me arrope con comprensiones baratas. Mi vida no es liviana. ¡No lo es! Me da hasta risa escribirlo. Llevo a cuestas una mochila que me hace respetarme. Respetarme. Respetarme. Respetarme. Y lo digo varias veces para no olvidarlo. Y aunque sé que todos dicen tener problemas peores que los míos. Y aunque sé que el mundo entero se sume en la mierda en estos tiempos "modernos", necesitaba desahogarme. Si no le doy importancia a mis cosas, no se las da nadie, weón.
Pero bueno, acá todos se ríen. El mundo sigue su camino y yo quiero ahogarme en una cerveza. O quizás más de una...
El escepticismo en ovnis, yetis y chupacabras … el escepticismo entre las personas. El otro día subió un tipo a la micro, vendía pastillas, chocman o algo así. No era viejo ni joven, treinta a lo más. Estaba afirmado en los primeros asientos y pedía plata para comer, para salir adelante en su ruda existencia. Por su forma de modular, era enfermo, o al menos eso hacía notar. Dos frases lastimeras y de pronto PLAF, el llanto. Era un llanto sin lágrimas, pero llanto al fin y al cabo, y esas cosas igual te freakean. Yo iba con fonos y, a pesar de la música, no pude dejar de poner atención al reflejo que veía en la ventana, y a lo que gritaba, obvio. Estuvo varios segundos en silencio, con los ojos cerrados. Repitió por favor varias veces hasta que empezó a recorrer los asientos. Una persona le dio algo, el resto, incluido yo, quedamos un poco, como decirlo, Stand By… Creer o no creer. LA desconfianza a niveles gigantes. El escepticismo poh. El misterio de los ovnis, los yetis y el puto chupacabras… y, ahora, en las personas que debieran conmovernos.
Linda la wea…
Ahora saldré, a hacer un borracho más, para hablar de cosas que ya pasaron, a decir cosas que en el fondo, no van a cambiar el mundo. Como este blog.
Viejo, Dinosaurio y todo – ojala un Velocirraptor –, fui niño alguna vez. Foto cuadrada, pieza de museo. Historia pura, loco. Esta foto fue un día como hoy en 1987, Santiago, Nuñoa,... o Temuco, Padre las Casas, no estoy seguro,... Pero por esos lados empezó todo. Ahí está mi mamá con la pinta más kitsh que le he encontrado, con la cara de un color colorado de la puta madre y una polera que ya se quisiera un chico EMO del día de hoy. El de al lado es mi hermano, está enseñandome a un juguete que acaba de quitarme, y yo, sin pescar mucho, sigo comiendo mi galleta. Y están todos esos niños que nunca más volví a ver – interesados desde pequeños, locos por el dulce picamuelas – y los primos que adoro y los que me dan igual. Gente festejando. Pero en ese entonces no lo sabía. Hace veinte años no tenía mucho que decir, más sí mucho que hacer. Creo que en la secuencia perdida – siempre se pierden fotos, en mi caso no es la excepción –. Trato de imaginar ese momento para reírme un poco, pero cuesta, huevón. Nunca tan buena memoria. Já. Un año cumplía. Un año de lo que llaman inocencia pura, esa cosa difícil de explicar, definir, pero que sabes y entiendes que se diluye con el tiempo, y se contamina. Veinte años desde esos, mis primeros 365 días en este mundillo bueno para la patada y el combo; bueno para el amor, el desamor; la decepción y toda esa mierda depresiva-humana tan rebuscada. Ahora, como sé que UD es bueno/a para las matemáticas, puede sacar la cuenta de mi edad sin problema, se la dejo fácil. Puede reírse incluso. Las respuestas las dejo para después. Las preguntas también.
