(silencio)
La cuesta abajo era interminable, casi infinita para su tiempo. A medida que el cuerpo caía y se entregaba al peso de la gravedad, perdía con cada golpe, y poco a poco, la sensibilidad y con ella también la vida...
Se detuvo. No sabia si era el fondo ni el final. Lo único que percibía eran los aromas. Sin sonido, visión ni tacto olfateaba el ambiente. Todo era sangre y polvo, una mezcla horrible que se hacia insoportable...
Lloró. Y cuando sus lagrimas llegaron a su boca un calor divino recorrió la espalda del malogrado muchacho, como si aquella mujer que el amo masajeara su espalda con dulzura... El no pudo saberlo, pero su rostro esbozo una pequeña sonrisa... En su cabeza agudos sonidos, como de miles de voces pequeñas, remecían lo poco de vida que quedaba dentro de el. Poco a poco el ruido se desvaneció hasta finalmente desaparecer...
( silencio)
Abrió sus ojos. Volvió a su espacio normal. Su cuerpo temblaba...
Sueño o no, en su mente fue cruda realidad. Un nuevo día se presentaba.
Ya de pie respiró hondo y recorrió el lugar con sus ojos. Incluso había sol. Presentía que nada seria igual...
Sonrío. Esta vez sí lo noto...
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jueves, agosto 16, 2007 at 11:53 a. m..
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