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Mi vida hecha ajedrez

[porque en el fondo nunca el peón se come al rey ]

to be continued...



Cuando estás en la puerta de la mayoria de edad universal (me refiero a los 21) - y eso que faltan 3 meses- , te obligas a pensar, a sacar resultados y, muy a regañadientes, a generar balances del tiempo que llevas a tu espalda. Eso antes de entrar, claro. Es lo correcto, es lo que se acostumbra, es lo que te viene con el viejazo hijo’eputa - y no es que se viejo tampoco -. Onda, el pack promocional que te regala la conciencia. Y uno, como es “weón” de optimista, recibe ese pack dando saltitos de ganador, pero, en el fondo, igual te complica su resto, por que da paja detenerse y decirte “ya, en qué vas, weón”.Pero te insistes y le das vuelta al asunto para conocerte mejor, y cresta que es difícil mirarse al espejo. O sea, cada vez que voy semiboracho caminando por las calles viendo los postes de luz llego a pensando estas retrospectivas, por que ese viajecito catártico, es EL viaje al pasado, y de manera sin restricciones, es más fácil lograr esos resultados.

De más, cumplir vientiuno es importante, pero tampoco es un portal dimensional que te transforme en un viejo culiao lleno de responsabilidades estereotipadas, construidas para tipos panzones, con la camisita adentro y toda esa mierda pela cable, esa que muestran las teleserie nocturnas de tvn. Claro, sigo siendo el mismo chascón con la broma de mal gusto en la punta de la lengua; el mismo que puede pasar horas y horas viendo las mismas películas; el mismo que gusta de salir, compartir, pero también mutar en casa y ser el peor de los huraños. El mismo. El mismo cabezón con pinta de pendejo que se viste como tal y, chucha, que disfruta como tal. Es más, creo que con el tiempo me estoy sintiendo más pendejo, y no tiene nada que ver con la madurez, por ahí puede sonar a involución y es lo contrario. Esta más de la mano a lo que yo llamo… tener un prisma positivo y práctico para “darle” a la vida. ¿Para qué cagarse la vida uno mismo, si el resto se encargará de hacerlo sin que se lo pidas? Chas! Varita mágica, ¿cachai? Y eso mismo me hace ser más duro y desconfiado, pero sabiendo que nada puede ser tan terrible tampoco. Ahora, sé que no soy el más fácil de llevar, que soy un lunático del orto, un ogro, un caliente y bla bla, pero creo que valgo la pena y, en el fondo, sigo tratando de hacer bien las cosas no más, equivocándome como todos. A veces borracho, a veces sobrio, a veces cagao de la risa y, otras, con la melancolía picándome los ánimos. Y aquí voy, mamándome las responsabilidades, a veces viajando para recordar lo que era, y darme cuenta que, en el fondo, uno no cambia tanto. Por que ventiuno no es tanto tampoco -algunos diran nada-. Porque, quizás, a los cuarenta o cincuenta, recién, venga a sacar otros resultados. Y en una de esas, a esa edad, quién sabe dónde chucha estaré.

Sharaaaan!

Ya, ahora la cámara se aleja por mi ventana, atraviesa las nubes y muestra la tierra desde el espacio para poner un “continuará…” escrito en blanco semi transparente, ahí, con mi cara absurda y mi boca de pez (onda, jurel tipo salmón) de fondo, tal como esta foto de mierda que tanto me gusta.



Fin




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6:07 a. m., enero 09, 2012

Cuando cumplí los 21 era una cabrona winner con... (pausa para recordar) 3 amantes, sus premios, amigos shuper conceptuales y mas seria que conclusión de kafka.

Tambien iba a la cabeza de mi promoción, hay que decir que estaba orgullosa de esa wea.

Hoy soy una tipa sin práctica y sin pega que aun no termina su defensa, no tengo nada excepto, bueno, 21 (y si lo sumas da 3)    



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