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Mi vida hecha ajedrez

[porque en el fondo nunca el peón se come al rey ]

el arquitecto es un jurel




Se supone que a los niños le gustan los dinosaurios y los autitos y las figuritas de acción y, obvio, juguetear a ser jugador de fútbol y soñar con el reconocimiento, la ovación y las modelos curvilíneas ( y huecas) que se pelean por ti en las discos de moda. Bueno, a mí me gustaban los dinosaurios, las figuritas de acción y las modelos, pero sin el fútbol de por medio. Los dinosaurios, en ese entonces, ocuparon un lugar estúpido pero importante en mi escalafón de intereses estúpidos. Es más, durante un par de años me dediqué a construirlos. (Ahora que lo escribo, suena más estúpido que lo estúpido que imaginé al recordarlo.CUEC). Yo no sé en qué estaba mi cabezota en ese entonces. El tiempo libre abundaba y me dedicaba a ir a bibliotecas, buscar recortes de diarios, fotocopiar, dibujar y, posteriormente, realizar un plano de lo que sería un “dinosaurio a escala”. Por suerte no estaba solo en esto; un amigo, mi partner en ese entonces, tenía la misma estupidez científica de creerse paleontólogo al peo, de esos que buscan fósiles en el patio de su casa, en medio de la mierda del perro. Bueno, la cosa es que me transformé en una especie de niño “Sábados Gigantes”, tal como los del clan infantil, buenos para repetir y dar fechas, medidas y nombres, pero menos amanerado (eso creo).


Terciado, papel maché, tornillos, madera para tallar, cola fría, tempera, fotos, recortes, diarios, videos, memoria y dedicación. ¿Resultado? Dinosaurios que colgaban de mi pieza y que eran el orgullo de un ñoño como yo( y de mi vieja, no sé porqué). Dinosaurios que daban susto. Que se veían imponentes y magníficos. Que se veían correctos. Pobres, pero correctos. Dinosaurios de papel que, en unos meses, terminaban hecho polvo, comidos por esos bicharracos comemadera hijos de la gran puta que los remil parió. Sí, así como leen. Meses de trabajo, de concentración, y esos simpáticos bichitos, buenos para el diente, hacían un banquete con mis creaciones. Por eso, de esos tiempos sólo quedan un par de garras y una cabeza loca por ahí. Recuerdos buenos y ñoños. Estúpidos y requetecontra estúpidos, pero con amor por el arte y la ciencia (no puedo creer que escribí eso). Si hasta nos ofrecieron exponer en una "feria de ingenio", pero no pudimos hacer más piezas por falta de tiempo y poca plata para insecticidas. Cosas de la vida.




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